Uno de los problemas que se presentan de forma generalizada en los niños con Trastornos del Espectro Autista son los relativos a la alimentación. Este hecho genera una gran cantidad de consultas por parte de las familias hacia los profesionales, por las connotaciones -evidentes- del riesgo para la salud y el desarrollo del niño, pero no siempre se obtienen las respuestas correctas a estas peticiones.

La prevalencia de los desórdenes alimenticios en niños y niñas con TEA es elevada, los cuadros ante los que nos podemos enfrentar son diversos pero con consecuencias similares: desde hiper a hiposensibilidad; hiperselectividad, problemas de masticación; bajo tono muscular maxilofacial; problemas sensoriales; problemas digestivos; estreñimiento; diarrea; alteraciones producidas por la medicación; ansiedad; intolerancias y alergias; halitosis; aerofagia, etc; sin contar que muchos de estos problemas pueden aparecer de forma simultánea, o unos ser consecuencia de otros. Pero finalmente nos encontramos con cuadros que afectan directamente a la salud del niño que presenta estos desordenes de la alimentación, en muchos casos estos desordenes pueden crear problemas muy serios que incluyan el ingreso hospitalario del niño.

¿Cuáles son las causas más habituales de los desórdenes alimenticios en niños y niñas con TEA?

  • Alteración Sensorial
  • Rigidez e inflexibilidad
  • Alteraciones sociales
  • Médicas: Alergias, intolerancias, desordenes del aparato digestivo, consumo de fármacos.

En muchos casos los diferentes problemas se realimentan unos a otros, es decir, un problema sensorial se aumenta con uno conductual, una alteración social se aumenta por la rigidez, un problema sensorial se alimenta de los anteriores, un problema médico aumenta la irritabilidad que desemboca en conductas más restrictivas, de forma que podemos entrar en situaciones realmente complejas.

No obstante, lo más habitual es encontrarnos con cuadros de hiperselectividad y/o hipersensibilidad. De hecho, la combinación de ambos es también bastante habitual, donde los problemas sensoriales potencian las conductas restrictivas.

Hipersensibilidad: Ante un cuadro de hipersensibilidad podemos encontrar conductas tales como:

  • Acumulación de alimentos en la boca, sin que el niño se dé cuenta.
  • Predilección por alimentos crujientes.
  • Pasión por refrescos gaseosos.
  • Presencia de babeo abundante.
  • Dificultad a la hora de limpiar al niño.
  • Reacciones exageradas.

Hiperselectividad: Ante un cuadro de hipersensibilidad podemos encontrar conductas tales como:

  • Rechazo absoluto a probar nuevos alimentos.
  • Obsesión por comer siempre lo mismo.
  • Fijación con determinadas texturas, sabores, olores temperaturas…
  • Obsesión con determinadas marcas o con los envases. Por ejemplo, el niño solo come una marca determinada de yogur, el fabricante cambia el diseño del envase y el niño ya NO quiere el yogur.
  • Predilección por determinados alimentos excluyendo todos los demás.

La hiperselectividad alimenticia de niños con Trastornos del Espectro del Autismo (TEA) genera grandes problemas a la hora de la comida. El niño sencillamente se niega a ingerir alimentos que no estén dentro de su “lista” de alimentos admitidos, este hecho genera una mala calidad en la nutrición del niño y a su vez un elevado nivel de desesperación y estrés en los padres y cuidadores.

Otros problemas conductuales que podemos encontrar son los relacionados con la conducta de pica, donde el niño ingiere o lame sustancias que a priori no son alimenticias, como tierra, insectos, papeles, etc. También nos vamos a encontrar con conductas de ingesta compulsiva de alimentos, no presentando el niño una saciedad controlada. Otro problema es el relacionado con la inapetencia o falta de apetito por parte del niño, que convierte en un drama la hora de comer.

Pero también nos vamos a encontrar con problemas de tipo médico, en algunos casos estos están causados por las conductas que generan estos desordenes, los cuales a su vez generan trastornos del aparato digestivo. Los más habituales son: Dolor abdominal, estreñimiento, diarrea, vómitos, encopresis, regurgitación y rumiación, intestino irritable, desnutrición, aerofagia, halitosis, etc. Esta larga lista puede darse de forma individual o en forma combinada.

Otro de los problemas que podemos encontrar son casos de desnutrición, la cual viene dada por casos de inapetencia más desordenes sensoriales, o en caso de niños que son buenos comedores, pero los desórdenes sensoriales convierten la hora de la comida en algo horroroso, con lo cual, acaban o no comiendo nada o comiendo mal. Y antes de tener que llegar al extremo de una alimentación forzada (a través de una sonda nasográstrica, por poner un ejemplo) es mejor intervenir para resolver estos desordenes.

¿Cómo enfrentar los desórdenes alimenticios?

Ante todo, ¡Paciencia!

Básicamente podemos decir que no existe una “receta” mágica que resuelva este tipo de desórdenes. Pero existen diferentes enfoques en función de cada niño para abordarlos. Es muy importante también contar con la asesoría de especialistas en este tipo de desórdenes. Básicamente el mejor consejo se basa en paciencia y constancia, que junto con una intervención adecuada va a dar resultados positivos en todos los casos.

No pretendamos que se resuelva en dos días, demos tiempo al niño, hay que tener en cuenta que a mayor severidad de los desórdenes más tiempo nos va a llevar corregirlos. Es muy importante que hagamos un análisis previo de los hábitos alimenticios del niño, de forma que podamos establecer la estrategia que mejor se adapte a sus necesidades.

Usemos apoyos visuales, anticipemos al niño de forma comprensible para él el momento de la comida. No alarguemos de forma indefinida el tiempo de la comida, pongamos tiempos máximos (30 minutos es más que suficiente). Midamos la cantidad de comida que se le pone al niño en el plato. Es mejor ponerle poca de forma que el plato se acabe, antes que saturar al niño. Es muy importante que el momento de la comida se convierta en algo agradable, de la misma forma que el uso de reforzadores positivos al finalizar la misma nos va a ser de gran ayuda.

Hay que respetar también los gustos del niño, si no le gusta el brócoli, pues le daremos otra cosa, forzarlo no va a ayudar. Hay que procurar que el niño no coma nada fuera de los horarios establecidos para las comidas. A su vez, el entorno ha de ser confortable para el niño. Por ejemplo, el comedor de un colegio no va a ser siempre el mejor lugar, una cantidad excesiva de ruidos y/u olores pueden alterar al niño por saturación.

A modo de resumen las recomendaciones para lograr mejores resultados en la tarea de la alimentación, en niños con TEA serán:

  • No confundir los caprichos habituales de niños de entre 2 y 3 años con los desórdenes alimenticios.
  • Tengan Paciencia.
  • Establecer un plan individualizado para el niño.
  • Escoger una de las comidas del día para iniciar el proceso.
  • Respetar al niño y sus gustos.
  • No forzar ni castigar al niño.
  • Establecer un entorno adecuado y tranquilo para el niño.
  • Contar con el apoyo de especialistas.
  • Usemos siempre apoyos visuales para el niño.
  • No lo engañemos ni le mintamos.
  • Usemos la técnica del plato vacío.
  • Usemos una cantidad de alimento que sea adecuada para el niño. Usemos solo la cantidad que el niño sea capaz de comer.
  • En casos de hipersensibilidad trabajemos los aspectos sensoriales del niño para mejorar su actitud y tolerancia.
  • Limitemos los tiempos destinados a la comida.
  • Evitemos que el niño se levante durante la comida.
  • Respetemos los horarios de comidas.
  • Aumentar el nivel de exigencias acorde al niño y de forma gradual.
  • Restringir el acceso a alimentos fuera de los horarios fijados de comidas.
  • No iniciemos ningún tipo de dieta sin que exista una recomendación médica y un especialista en nutrición infantil que nos de pautas sobre una alimentación adecuada.
  • Acabar las comidas con un reforzador positivo.

La expectativa de sentarse a comer en la mesa puede ser estructurada dando pequeños pasos para que el niño sea exitoso. La paciencia en este proceso es la clave del éxito.

Conecta con otras familias para compartir sus éxitos y fracasos y para acumular consejos y recursos nuevos que pueden hacer una diferencia. También cuando extiendas tu mano a otros, recordarás que no eres el único quién está lidiando con estos retos.

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