La imaginación y los niños

Todos los niños hasta aproximadamente los 3 años no saben distinguir dónde está el límite entra la fantasía y la realidad, por eso es normal que se inventen juegos, historias, que tengan amigos imaginarios e incluso que mientan ante alguna pregunta, pero no lo hacen con mala intención, sino que realmente aún no están capacitados para diferenciar entre la realidad y la ficción.

Los más pequeños se divierten mediante la imaginación, pero también es un reflejo de sus sentimientos, problemas e inquietudes que exteriorizan en un mundo creado por ellos mismos. La imaginación es la base de su creatividad y aunque pueda llegar a ser un poco inquietante, no se debe reprimir ni regañar a los niños fantasiosos.

Que los niños tengan mucha imaginación no es malo, al contrario, el problema viene cuando a partir de los 4 años, edad en la que deberían ser conscientes de las diferencias entre el mundo real y la ficción, siguen sin saber separar una cosa de la otra. La principal tarea de los padres será entonces enseñarles a diferenciar la realidad de lo que pasa en su cabeza, pero siempre teniendo en cuenta su edad. Aunque a partir de los 4 años ya estén capacitados para hacer la separación entre los dos mundos, hasta los 6 no sabrán distinguir ambos conceptos a la perfección, incluso puede haber casos donde “el amigo imaginario” exista hasta los 7 u 8 años.

Fantasía e imaginación en los niños

Pueden ser distinguidas. La imaginación, como decíamos, germina de la percepción de la realidad y la invención. La fantasía, en cambio, surge de la función imaginativa del pensamiento, prescindiendo por completo del ambiente. Aunque una resulte de la otra (la fantasía de la imaginación), es importante su diferencia ya que ambas en la vida de un niño tienen etapas. La imaginación se queda (no tan presente) en la vida de un adolescente que se vuelve adulto y la fantasía se va al dejar la infancia. Por eso, es muy importante que los niños vivan a plenitud este ciclo.


Los más pequeños se divierten mediante la imaginación, pero también es un reflejo de sus sentimientos, problemas e inquietudes que exteriorizan en un mundo creado por ellos mismos.

La imaginación en niños de 1 a 3 años

La imaginación en niños de esta edad está sujeta en gran parte a la imitación, lo que causa que sus primeras ocurrencias sean una imitación de lo que pasa a su alrededor. Cuando su perro ladre, él querrá hacerlo también, imitando ira aprendiendo y desarrollando su imaginación.

La imaginación en los niños de preescolar

Siguiendo con el instinto de imitar, ahora también aparecen los patrones arquetípicos como los juegos principales. Por ejemplo: las niñas jugarán a la casita y cuidarán bebés, y los niños también intentarán participar en el juego, bañando o alimentando a su muñeco.

La imaginación en los niños de primaria

En esta etapa, el instinto de muchos por socializar le abre las puertas al juego en grupo. Así, los motivos imaginarios surgen entre varios. La curiosidad por nuevas experiencias será un motor válido. La imaginación en los niños de primaria no necesita imitar porque el niño podrá suponer y crear con más audacia, siendo esta etapa de la imaginación una de las más abstractas.

Imaginación en niños autistas

La característica principal en el autismo es la resistencia al aprendizaje. En consecuencia, el niño autista evade la realidad habitando un mundo imaginario a diario. La forma en que un niño autista imagina es mucho más compleja, dado que este lo hace menos evidente por carecer de lenguaje o de capacidades motoras en muchos casos. La imaginación en ellos es muy diferente ya que el autista imagina desde la lógica y la razón. Es por ello que aún es un tema estudiado por la neurociencia.

La pérdida de la confianza, la falta de estímulo y los patrones rigurosos en las escuelas u hogares llevan a la fatal perdida de imaginación en los niños. También el juicio constante hacia sus creaciones y el no permitirles dar otro tipo de ilustraciones que no sean lógicas y razonadas. Si este fuera el caso habría que dejar lo anterior en desuso y permitirle al niño que se descubra partiendo de cero, observando lo que le gusta y en qué actividades es bueno, para que así retome la confianza y ponga su imaginación a volar.

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